Reseña de Pedro (“Perucho”) Figueredo Cisneros
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Reseña de Pedro (“Perucho”) Figueredo Cisneros
Versión corregida y editada para GADU.ORG
Gustavo E. Pardo
Gustavo Pardo. La Habana, 1941. Especialista geotécnico. Ingresó en la Masonería en el año 1984, y fue proclamado Gran Canciller del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba 2005-2008. Cumplió sentencia como preso político en las prisiones de La Cabaña, Isla de Pinos y Melena. Desde 2005 es Presidente de la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos. Ha publicado Martí masón, El Autonomismo en Cuba, La mujer en la Masonería, Ética y Familia, entre otras obras.
Origen y principales estudios
Nació el 18 de febrero de 1818, en la ciudad de Bayamo, antigua provincia de Oriente, actual Granma.
Pedro (“Perucho”) Figueredo Cisneros es considerado un cubano de la mayor estirpe revolucionaria y como una de las figuras más brillantes de las guerras independentistas cubanas. Hijo de una acaudalada e ilustre familia, cursó sus primeros estudios en la misma ciudad de Bayamo, luego viajó a La Habana a cursar los estudios superiores, ingresó en el Colegio de San Cristóbal, donde tuvo por maestro al revolucionario cubano José Antonio Saco.
En 1840 se graduó de bachiller en Derecho y luego terminó estos estudios en la Universidad de Barcelona, España, en 1843. En ese mismo año regresó a su ciudad natal, luego de haber viajado por distintas ciudades de Europa. Allí instaló un bufete para trabajar y contrajo matrimonio con la criolla Isabel Vázquez Moreno, mudándose a una finca que poseía aledaña a la ciudad.
Vocación
Renunció a su profesión de abogado, desmotivado por vivir en un medio político corrompido, donde los derechos humanos y la justicia eran ignorados y por no poder ejercer con verdadero decoro, entonces se dedicó al canto y al estudio de la música y la literatura, debido a sus vocaciones artísticas.
El revolucionario
Siempre tuvo una mente idealista y un corazón apasionado, amó extraordinariamente a su esposa y su patria. Prohibió a sus mayorales el castigo despiadado a los esclavos, para los cuales procuró más alimentos y mejores condiciones. Su carácter íntegro y liberal sufría por las injusticias de la tiranía que estaba hundiendo cada vez las aspiraciones independentistas de un pueblo noble y generoso como el cubano.
Denunció la incapacidad de un alcalde y fue encarcelado y le confiscaron sus bienes. En 1851 se involucró en la ejecución de Narciso López y el fusilamiento de Joaquín de Agüero, por eso tuvo que trasladarse a La Habana, donde fundó el diario Correo de la Tarde.
En su casa en Bayamo se realizó la primera junta revolucionaria de Oriente en 1867 y se llevaron a cabo los principales preparativos para un alzamiento, estos fueron terminados con la acción del 10 de octubre de 1868.
El Himno
Perucho Figueredo es conocido también por ser al autor de la letra y música de La Bayamesa, Himno Nacional cubano. La letra de este himno tiene la característica de que fue compuesta desde la grupa de su caballo de guerra, al entrar victorioso en Bayamo. Este himno se da a conocer públicamente el día 20 de octubre de 1868.
Al realizarse la Asamblea de Guáimaro, el 10 de abril de 1869, es designado Subsecretario de Guerra y Mayor General del Ejército Libertador.
Últimos días
Cuando el pueblo de Bayamo incendió la ciudad para evitar que cayera en manos de los españoles, se refugió en el monte. En la manigua cubana Perucho Figueredo se enfermó de tifus y le salieron úlceras en los pies. Casi indefenso, fue capturado por los españoles.
Cayó preso en el campamento de Santa Rosa, Cabaiguán, Tunas, el 12 de agosto de 1870. Luego fue trasladado varias veces, hasta llegar finalmente a la cárcel de Santiago de Cuba, donde fue condenado a muerte por un tribunal militar.
Enfermo, con los pies ulcerados y cansado de tan largo viaje fue asesinado el 17 de agosto de 1870. Enfrentó la muerte como un digno revolucionario.
Como el mismo escribió en la notas del himno nacional: “Morir por la patria es vivir”.
Una Vida sublime y de ejemplo, la lucha por el nacionalismo siempr será una apoteósis.
Pablo Ruiz V
LOJA ECUADOR
Porque le decían predicho